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MIENTRAS TANTO EN EL MAR: RESTOS NUCLEARES

La energía nuclear es una de las más contaminantes y dañinas del planeta. Una explosión de alguna de las fábricas que la genera supone la muerte de miles de hectáreas, animales y personas. Cuando esto ocurre, los restos se almacenan hasta que se toman medidas al respecto. Normalmente, y para nuestra desgracia, es bastante común deshacerse de ellos en los mares y océanos, hecho absolutamente perjudicial para la vida marina además de la calidad del agua. En el post de hoy, hablaremos de los vertidos nucleares en el mar, uno de las actividades más nocivas que realiza el ser humano.





La energía nuclear ha tenido, durante muchos años, aplicaciones en sectores muy distintos como la medicina, la hidrología, la agricultura y la alimentación, la minería, la industria, el arte, el medio ambiente, la exploración espacial y la cosmología. Ha sido la solución de muchas cuestiones independientemente de su dimensión asesina. Las centrales que producen este tipo de energía generan residuos todo el tiempo. De manera inconsciente, la industria nuclear sigue produciendo estos residuos sabiendo que hoy en día aún no existe ningún mecanismo satisfactorio para su gestión una vez han sido utilizados. La radiación de los residuos nucleares se mantiene a niveles altísimos durante muchos años después de se usó, incluso habiendo arrojado estos residuos al mar.


Esto se traduce en que, cuando los gobiernos optan por lanzar estos vertidos tóxicos al mar siguen teniendo radiación, y por tanto, siguen siendo muy perjudiciales. Las soluciones propuestas hasta día de hoy contemplan el enterramiento, el almacenamiento geológico profundo y el almacenamiento en superficies. Todas estas soluciones son temporales, ya que ninguna de ellas ha logrado evitar que disminuya los niveles radiactivos o que haya fugas. La solución que se propone desde Green Peace es el almacenamiento en seco y cerca de las centrales nucleares, no obstante, esta organización está posicionada a favor de este tipo de prácticas, pues sustituir la energía nuclear por otro tipo de prácticas supondrían la creación neta de unos 300.000 empleos, de los que 100.000 proceden del desmantelamiento de las centrales y gestión de sus residuos y un aumento del PIB próximo a los 20.000 millones de euros.


Hoy en día, y aunque estas prácticas hayan menguado, miles de residuos nucleares permanecen en el mar después de ser arrojados. De 1946 a 1993, más de 200.000 toneladas de desechos, algunos de ellos altamente radiactivos, fueron arrojados a todos los océanos y mares del mundo. Y no solo eso, sino que, varios submarinos nucleares, incluida la munición nuclear, también fueron hundidos durante este tiempo. De estas toneladas, la mayor parte provenían de países como Gran Bretaña y la antigua Unión Soviética, según muestran las cifras del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).


Uno de los temas más controvertidos alrededor de este tema es el de las medidas que el gobierno de Japón ha tomado sobre los restos de la explosión en Fukushima en 2011. Casi 1,2 millones de litros de agua se utilizó para enfriar los reactores de Fukushima destruidos tras el terremoto del 11 de marzo de 2011. Ahora ese líquido radiactivo será lanzado al océano. Teniendo en cuenta el pasado histórico de Fukushima, este supone la muerte de miles de especies en la costa japonesa.


Como vemos, el plástico no es por lo único que hay que luchar dentro de la situación climática que nos encontramos. Pues hay muchos ámbitos que necesitan ayuda y sin duda, los residuos nucleares son unos de los más dañinos. Tomemos conciencia e intentemos entre todos apoyar aquellas medidas que apuestan por su abolición y que integran otras energías renovables menos dañinas.

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