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MIENTRAS TANTO EN EL MAR: LLUVIA ÁCIDA

En el post de hoy, hablaremos de uno de los fenómenos atmosféricos que han tenido lugar como consecuencia de la degradación del planeta. En concreto, de la contaminación atmosférica. La lluvia ácida es un fenómeno que se puede observar en todo el planeta, pues a diferencia de otros problemas climáticos, esta no se da únicamente en climas extremos como los que podemos encontrar en paisajes tropicales, sino que está extendida por todo el planeta.




Y cómo la mayoría de fenómenos relacionados con la crisis climática, los orígenes de la lluvia ácida los encontramos en la acción humana, especialmente en las emisiones de dióxido de azufre como consecuencia de la quema de combustibles, las emisiones de óxidos de nitrógeno fruto de los vehículos a motor, y el amoníaco originario de las explotaciones ganaderas intensivas. Estos tres contaminantes, los mismos que pueden recorrer grandes distancias, al entrar en contacto con la atmosfera se oxidan y dan lugar a la formación de los ácidos sulfúrico y nítrico, los mismos que se disuelven con las gotas de agua de las nubes y caen a la tierra en forma de lluvia ácida. Esta también puede tomar forma de nieve o niebla.


El mayor problema se da cuando el PH de la lluvia cambia al combinarse con los ácidos, lo que hace que al caer sobre el suelo se ponga en peligro a los ecosistemas debido a las alteraciones químicas de las gotas. Este proceso recibe el nombre de acidificación del medio ambiente, un fenómeno que tiene consecuencias en muchos ámbitos.


Si hablamos de los océanos, estos tienden a perder biodiversidad, así como productividad. Una de las especies más castigadas es el fitoplancton, fuente de alimento para muchos organismos y animales. Esto puede derivar en modificaciones sobre la cadena trófica y provocar la extinción de distintas especies marinas. Un gran ejemplo de las consecuencias de la acidificación de las aguas es el desastre ecológico que vive el Mar Menor. Respecto a los bosques, el bajo nivel de PH del suelo, así como la concentración de metales tales como el aluminio, dificultan la absorción del agua y nutrientes por parte de los vegetales, hecho que daña las raíces, disminuye el crecimiento y debilita las plantas.


"Las plantas sufren abrasión de sus partes verdes, principalmente las hojas; con estos órganos dañados la planta queda debilitada, retrasado su desarrollo, es fácilmente atacada por distintos tipos de parásitos, y con más sensibilidad a los periodos de sequía, situaciones todas ellas que en condiciones normales hubiera resistido. Esto puede llegar a causar la muerte de grandes masas vegetales, como los bosques, y el deterioro más o menos importante de la producción agrícola", comunicado de la Universidad Complutense de Madrid (UCM).

En contra de lo que muchos podamos creer, la lluvia ácida también debilita bienes materiales, así como al patrimonio artístico y cultural. La lluvia ácida tiene un gran poder de corrosión, y se puede ver reflejado en edificios e infraestructuras al deterior su aspecto externo. El mayor daño se produce sobre superficies calcáreas tales como el mármol.


Para reducir este problema, entre las medidas que existen, podemos destacar reducir el nivel máximo de azufre de los combustibles, impulsar el gas natural en la industria, ampliar el sistema de transporte eléctrico y controlar las condiciones de combustión.


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