Tal como hemos comprobado, el ser humano relaciona “mundos desconocidos” con el espacio exterior. No obstante, solo el 5% del océano ha sido descubierto. En el post de hoy, trataremos el tema de los agujeros azules, uno de los ecosistemas más enigmáticos y misteriosos del planeta.
Un agujero azul es una cueva submarina o sumidero circular y de paredes empinadas. También son conocidos como cuevas verticales y su nombre se debe al contraste tan visible entre el azul oscuro de las aguas profundas y el tono más claro de las superficiales de su alrededor. Una de las características más destacables de los agujeros azules son sus aguas anóxicas, en otras palabras, aquellas zonas de los agujeros azules que, cuánto más profundas son las aguas, menos oxígeno tienen. Los principales agujeros azules del planeta se encuentran en las costas de Belice, Las Bahamas y el sur de China. Hasta no hace mucho, estas extrañas circunferencias eran un misterio para todos. Sin embargo, fue en 2019 que se hizo una primera incursión al Gran Agujero Azul localizado en Belice. La expedición fue liderada por Richard Brandon, un grupo de científicos y exploradores entre los que destacan Fabien Cousteau, nieto del famoso explorador oceánico Jacques Costeau, o la célebre oceanográfica Erika Bergman. Estos se propusieron descubrir qué era lo que albergaba este gran agujero, los resultados fueron los siguientes: Por un lado, y cómo primera sorpresa, el grupo liderado por Brandon descubrió lo que posteriormente calificó como “cementerio de caracolas”. Pues después de ver cientos de moluscos y caracolas muertas, concluyeron que estos seres vivos habían caído en el agujero y debido al poco oxígeno que hay en lo más profundo, las caracolas no pudieron salir y murieron asfixiadas. De otro lado, otra de las sorpresas que se llevaron los exploradores fue con encontrarse cantidades ingentes de plástico. Al fin y al cabo, no fue solo una expedición para ver qué había en los agujeros azules, sino que sirvió para medir hasta donde llega la contaminación humana. Cómo ya comentamos en el post de las Fosas Marianas, no es la primera vez los expertos en profundidades quedan decepcionados al ver que hay ahí. Como caso, tenemos el de las fosas en 2017, en el que se descubrió que en el punto más profundo del océano (a más de 11.034 metros) el 100% de los animales había ingerido plástico. Afortunadamente, Branson, junto con Ocean Unite, un conglomerado conservacionista, decidió tomar medidas no solo para salvar el Agujero Azul, sino también el resto del océano. Y se marcó, como objetivo, reservar un mínimo del 30% de los océanos del mundo como áreas protegidas para 2030. Ese es el espíritu Blue Carbon, ¿te unes?
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